martes, 26 de junio de 2007

Top five de frases increibles

Hay frases comunes a todos los hombres: “no sos vos, soy yo”, “para qué poner rótulos”, “nadie cocina como mi mamá”, y una lista interminable. Pero no es aquí donde vamos a ocuparnos de esas, las que marcan un patrón genético común a todos. Las que ya no nos sorprenden porque en esta fase evolutiva nuestro ADN después de siglos de repetición constante viene preparado para escucharlas y hasta convivir con ellas.
Aquí vamos a mencionar las 5 frases más increíbles, descaradas, egocéntricas, desconsideradas y hasta ridículas que un hombre le haya dicho a una mujer. Sólo para el estupor, la risa, el llanto, el asombro, y para ver, que todo es posible.

Este es… el TOP FIVE:

1) “No puedo comprometerme emocionalmente con vos, porque tengo miedo a salir lastimado”: respuesta de un marido a su mujer, con 7 años de matrimonio, tres hijos, después de que en una conversación cualquier ella le dijera "te amo".

2) “¿Qué te pusiste? Eso le queda bien sólo a las de las revistas”: después de que ella hubiese adelgazado 28 kilos, pesara 60 nuevamente, estuviese en pleno momento de fortalecer su autoestima, y se apareciera con ropa interior sexy comprada especialmente para la ocasión.

3) “Vos sos una egoísta, no querés verme feliz”: ellos habían salido entre idas y vueltas casi 8 años. Era su gran amor, ese intocable. Ya habían terminado pero siempre había resabios del pasado que volvían a encenderse. Entonces él decidió encararse a una de sus mejores amigas. Esa fue su respuesta ante el enojo de ella.

4) “Vos viste lo que querías ver. Tu cabeza se lo imaginó”: después de que ella lo encontrara a él en la cama con otra. Y lo defiende hasta el final. Sin palabras.

5) “Sí, con mi ex tengo un problemita ahí, voy a ser papá en un mes”: en la tercera salida, con miles de charlas acumuladas, cuando ella le estaba preguntando cuanto hacía que estaba divorciado y después de que el hubiese dicho que no tenía hijos y que estaba separado (que eso si lo estaba… al menos, no?)

El orden de este ranking es totalmente aleatorio, ya que por momentos me parecen peores unas que otras. No es simplemente la frase, sino el contexto claramente.
¿Lo más increíble de todo? Son ciertas.

¿Hay algo más que decir?

viernes, 15 de junio de 2007

Sexo entre amigos

¿Alguna vez te acostaste con un amigo? (aclaro, este no es el momento y lugar para discutir primero, aunque se debería, si esto es posible dado que para muchos la amistad entre el hombre y la mujer no existe. Pero dejo esta discusión que puede ser eterna para otro momento).
Es una sensación extraña que mezcla el conocimiento y la confianza de todos los días, con la vergüenza de mostrar ese lado íntimo, que nos descubre, que nos expone. Está todo lo que sabemos el uno del otro, desde lo que nos gusta y lo que no, y no hace falta aclarar, y aquello que no nos imaginábamos, ese lugar para la sorpresa y el desconcierto.
Y entonces puede pasar lo mismo que con cualquier otro: que la pases genial, o la pases desastroso. La diferencia está en el después.

Lo que primero percibimos es una situación extraña, cierta incomodidad ante el desnudo, ante el descubrimiento. La mezcla del cariño, y esa ruptura de una barrera infranqueable que en dos segundos frente al fervor de la calentura desaparece. Tal vez nos hayamos imaginado que eso iba a suceder varias veces, pero en una fantasía casi irrealizable. Entonces mientras te vestís empezás a hablar de nada y de todo. De cosas triviales, de las mismas cosas que hablás todo el tiempo pero que ahora se sienten forzadas. Y en realidad no sabés si sentarte a aclarar, si está todo claro, o está todo confuso. Entonces se terminó el momento y uno se tiene que ir, y no sabés como saludarte: si hasta recién te estabas matando, y ahora un beso en la boca es desubicado, y un beso en la mejilla roza la ridiculez. No sabés cual es la forma que hay que mantener, si la vieja o la nueva, y ni siquiera sabés si hay una nueva!!
Desde el minuto uno en que estás sola te empezás a preguntar: qué hice?? Y no tanto porque no hayas querido, sino no hubieses empezado, seguido y terminado. Es que se atascan en fila miles de preguntas pujando por salir primera en busca de respuestas: qué va a pensar? se arrunió la amistad? ahora como lo llamo? me va a llamar? vamos a hablar del tema? nos hacemos los boludos? le habrá gustado? querrá que pase de nuevo? cómo nos tratamos? cómo nos miramos sin imaginarnos desnudos? y ahora qué quiere? y sobre todo: ahora qué quiero?
(Igualmente, lo más probable, es que el tenga muchas menos preguntas o ninguna, porque para la mayoría de los hombres este paso es hasta obvio)
Encima, tanto si la pasaste bien o mal, también para bien o para mal, las imágenes te persiguen sin descanso.
Todo lo que pase después parece estar mal: si se hace el boludo te molesta, si te habla del tema te molesta, si no vuelve a pasar te molesta, si pasa pensás que ahora sólo quiere eso, si no te quiere para nada más por qué no se buscó a otra (porque además una se quita toda la responsabilidad de encima y se la impone a él como si nos hubiesen forzado a hacerlo y una no hubiese accedido), y claramente como es que no está inmediatamente enamorado!

Ahora… no eramos amigos? Por qué vamos a pedir más?

La realidad es que hay un límite muy impreciso entre la amistad y el amor. Porque justamente lo que sentimos por ese amigo es amor. Muchos dirán que es el mismo amor, otros que es distinto. Puede ser el mismo con un condimento llamado "Impedimento". Ese con sabor horrible que nos mantiene alejados de la comida que nos gusta. Pero ese algo que hoy nos separa, mañana puede esfumarse o cambiar, de un momento a otro, con el sabor de la costumbre, cuando nosotros mismos cambiamos, o crecemos, o maduramos, y nos vamos convirtiendo en otros.
Evidentemente nos gusta compartir con ese amigo, reírnos, llorar, hablar. Nos gusta acumular momentos y armar una historia. Desde el momento en que cruzamos la barrera del sexo, el problema es que también nos puede gustar acostarnos con esa persona. Y ahí llega la inestabilidad, el cambio, o el fin.
De cualquier manera es una mierda el breve tiempo en que transitamos a ciegas y tambaleando el camino que nos lleva al destino final. Ese tiempo en que hay que ver que lado toma cada uno en la bifurcación, el que tiene el cartel: Sigamos siendo amigos, o Nos enamoramos. Y lo más importante, si van los dos de la mano en cualquier dirección.

No puedo darles respuestas, sigo en la etapa de las preguntas.

Yo sigo creyendo que la amistad existe y llegar a la etapa del sexo no es inevitable. Creo que si llegamos a eso es porque esa pequeña pared que divide los dos estadíos sufrió una pequeña grieta por la que se filtraron ganas o sentimientos.
Lo importante es ver si queremos de alguna manera reparar la grieta o voltear la pared.

viernes, 8 de junio de 2007

Los histéricos

Es hora de que empecemos a categorizar a los hombres. Porque es mentira que son todos iguales. Ya se, hay miles. Por eso es necesario agruparlos en algún lugar, como un Wikipedia en el que todas podamos colaborar y consultar cada vez que nos haga falta. Que por cierto, suele ser cada vez que un hombre hace cualquier cosa, porque es casi seguro que no vamos a entenderlo.

Empecemos por el más común de los últimos tiempos:

El Histérico

Definición: hombre con particular característica femenina altamente desarrollada que presenta una conducta de acercamiento y alejamiento alternado y continuo demostrando interés pero ningún tipo de concreción.

Descripción: Es el que seguramente va a atraparnos primero con ese halo de misterio, esa distancia atractivamente indescifrable. El histérico viene y se va. Pero en algún momento está, y ese breve instante es el que nos hace ilusionarnos. Porque deja sus miradas, sus frases halagadoras, sus modos naturalmente seductores, su incierto interés. Un devaneo continuo. Pero la realidad es que el histérico solo está probándose a sí mismo. Está reconquistando su ego. Ellos no necesitan que ella realmente esté, ellos necesitan simplemente “saber” que ella está.
Preferentemente envía mensajes de texto en lugar de llamar, porque le permite prolongar la conquista, extender el juego sin tener que enfrentarlo realmente. Un llamado siempre es más concreto, más directo, debe dirigirse indefectiblemente a una conclusión. Los mensajes son la prolongada letenía de la espera que puede interrumpirse y así alargarse de acuerdo a sus ganas de mantener la tensión. Para ello puede dejar de escribir en cualquier momento de la conversación y reanudarla 2 días más tarde alegando una excusa tan desgastada como tener trabajo. Cuando por fin arreglan para salir se tomará dos horas para mirarla, hablarle, acercarse, hasta que en el momento en que ella está por darse por vencida él se acerca y la besa, dejándola en vilo hasta la próxima salida. Si es que hay próxima… porque con el histérico nunca se sabe. No tiene que ver con la calidad de los besos, ni la intensidad de esa noche, tiene que ver con que logró su acotado y simple objetivo de saber que ella estaba interesada. Seguramente desaparecerá por más de unos días, y quien dice días puede decir semanas. Aunque siempre manteniendo un contacto vía mail, mensaje o teléfono en donde dejará deslizar un indicio de que en realidad no ha desaparecido del todo aunque tenga tantas cosas en su vida: trabajo, deporte, amigos, familia, y descanso que no tiene tiempo para volver a verla. Hasta que un día, porque tal vez se siente solo, o tiene la autoestima un poco baja, quiere divertirse, o sencillamente siente que ella ha perdido un poco el interés reaparece como si nunca se hubiese ido. El siempre está…pero no está.

Características: estétas, seductores, caballeros, volátiles, inestables, ególatras, inmaduros. Si presta mucha atención, puede ser un gay encubierto.

Conducta repetitiva: si pero no…. no pero sí… si te acercás me alejo… si te alejás me acerco

La clave: si hay algo que tienen en mayor dosis que la histeria estos hombres es el orgullo. Así que ante la posibilidad de que su ego salga herido, el juego pasa a ser una cuestión de orgullo. Y ahí el hombre se hace débil y manipulable. Como en un tablero de ajedrez, llegar a ese plano es poner las fichas en jaque. De ahí en más sólo hay que saber moverlas con paciencia, audacia y astucia para con el tiempo poder dar el mate.

Recomendación:
si puede, sea firme y aprenda a decir que no, por más encantadores que sean sus intentos. Y no sólo porque el “no” es lo que a ellos los acerca. Que sea un sincero no. El histérico no la hará llegar a nada. Déjelo que vaya… pero que no vuelva.

jueves, 7 de junio de 2007

Serendipity


¿Hay algo llamado destino? ¿Ese único hombre que está esperando ahí por nosotros? ¿O hay muchos, uno para cada momento de la vida?
El otro día leí una frase que decía: “El hombre que viene a este mundo pensando que hay una sola mujer para él es probable que nunca la encuentre”.
Yo acabo de volver a ver Serendipity por vez número…. no puedo contarlas….y cada vez me da esperanzas de creer que mi amor está ahí en algún lado esperando que una jugada del destino nos encuentre.
Entonces, ahí están los dos extremos. Y yo no me decido hacia cual inclinarme.
Por un lado, como dejé deslizar en “Lo que fue.. y lo que no”, siempre tuve la íntima, ridícula y hasta inexplicable sensación de que mi gran amor está en Roma. No hay respuestas para ninguna de todas las preguntas que puedan hacerse. No se por qué Roma, ni cuando lo sentí por primera vez, ni por qué es una certeza, y mucho menos por qué si la sensación me perfora hasta los huesos no tomé ya un avión para salir a buscarlo.
Creo que el miedo a que la ilusión se desvanezca hace que yo prefiera aferrarme a ella.
La realidad es que algo dentro de mi desea fervientemente creer que existe esa otra mitad que hace falta para completarnos porque allá lejos y hace tiempo fuimos separados.
Que te suceda eso que dicen, que cuando conocés al amor de tu vida, el tiempo se detiene.
Aunque… ¿si es verdad lo que dice esa frase? ¿Y si por buscar al Sr. Perfecto nos perdemos a todos los Sres. Casi Perfectos que están a al vuelta de la esquina?
Tal vez significa que en nuestro afán de encontrar al único nos volvemos ciegos y dejamos de ver. Aquella mitificación del hombre ideal hace que ninguno realmente pueda hacerse realidad.
Mi viaje a Roma que pensaba hacer este año volvió a cancelarse.
Así que por ahora creo que voy a seguir buscando entre los espléndidos hombres argentinos un amor que pueda empezar siendo momentáneo, y pueda, quizás, quien sabe, con pocas probabilidades, bajas apuestas, y menos expectativa, con el tiempo, convertirse en permanente.