lunes, 17 de noviembre de 2008

Filtros

Es increíble como uno pierde la objetividad y la capacidad de análisis cuando le gusta alguien. Como nos empeñamos en ver y creer lo que queremos en lugar de ver y creer lo que está clara, o no tan claramente, frente a nuestros ojos.


No sólo pasa con nosotros, sino que actuamos exactamente igual cuando una amiga nos cuenta alguna historia. Nos aferramos a una frase linda o que suena positiva, o parece que nos está diciendo: me gustás, y dejamos pasar de largo todas las otras señales que nos gritan o destellan como carteles de neón diciendo: no me interesás. Dejenmé ser clara y darles un ejemplo.

La persona que te gusta te dice cuando lo vas a saludar: que rico perfume. Y lo primero que pensamos es: ah,me está tratando de decir algo, que me presta atención, está siendo galante. Y después ni te llama, ni te habla ni busca excusas para estar con vos, y pensamos: es tímido, no se anima, está ocupadísimo.

Claro, si uno busca, encuentra. Quiero decir: que si queremos desesperadamente creer que está interesado, siempre vamos a buscar la oportunidad de obligarlo a decir algo que nos parezca que demuestra su interés, o vamos a detenernos en una frase tonta que dijo al pasar, en una mirada que duró un segundo más de lo que dura cualquier mirada. Lo vamos a consultar con todas nuestras amigas que saben del caso, y por supuesto, vamos a resaltar estas partes, y vamos a omitir que es super simpático pero jamás nos pidió el número de teléfono, que no nos escribe por el msn si no le escribimos ( y que aparte tiene nuestro msn porque nosotras se lo dimos, y no porque lo pidió), que casi todas las conversaciones en las que te dijo algunas frases ambiguas fueron generadas por una, que nos estamos inventando una historia que solo existe para nosotras, y cuando el tiempo pase, y nos demos cuenta que en realidad nada pasa, lo vamos a tildar de histérico o de gay.

Es muy difícil cuando alguien te gusta poder desde el comienzo ver la realidad sin ponerle un filtro de colores para embellecerla. Es una mezcla de esperanza e ilusión, de encontrar a alguien que finalmente comparta lo que sentimos, las ganas de ser correspondidas.
Hay que aceptar lo que es. No pensar tanto, no analizar cada palabra, disfrutar del momento y simplemente dejar que todo fluya. Y ver que pasa. Si pueden…