sábado, 26 de mayo de 2007

El último hombre fiel

¿Por qué buscamos siempre un hombre fiel y cuando finalmente lo encontramos nos empeñamos en que deje de serlo? Todas queremos que nuestro hombre sea fiel a nosotras, pero que el ajeno … también quiera estar con nosotras! ¿Es la pequeña satisfacción de la breve victoria sobre otra mujer la que nos impulsa a conquistarlos? ¿O es simplemente superar nuestros propios límites, y demostrar que podemos lograrlo?

Nos afanamos en convertir aquello que anhelamos en la derrota de nuestro propio sueño.
El desvanecimiento del héroe, la autodestrucción del mito.

Mi hermano siempre me repite: de los cuernos y la muerte no se salva nadie. Y aquí todavía estoy yo (no literalmente yo) para demostrar que al menos hasta ahora queda un último hombre fiel, un baluarte que echa por la borda esta máxima.

Lo conocí cuando yo todavía era una pendeja descarada. Sobre todo pendeja para él que me lleva aproximadamente 13 años. No trabajábamos juntos, simplemente cerca. No éramos amigos, teníamos amigos en común. No fuimos, ni somos nada. Es realmente esas historias que sencillamente va construyendo a su antojo el destino. Cuando yo lo conocí el estaba por casarse. Y ahí el terco destino se equivocó al no impedirlo. No puedo explicar que nos unió. Qué nos hacía estar cerca. Yo lo buscaba y él se dejaba encontrar. Tengo frágiles tesoros que el tiempo pretende desvanecer. Tengo en mi memoria charlas, canciones, una rosa, algunas frases, paseos en auto, algunos bailes, almuerzos y cafés, una que otra cena. Varios besos que sólo se acercaron a las comisuras. No más que roces. Esa extraña sensación de que debería ser pero no es. Un tensiómetro saturado de ganas contenidas. Una ilusión sublimada por la realidad no consumada.
Me gustaba provocarlo. Probar el límite en donde fuera a ceder. Me excitaba verlo fumar. Esa extraña exhalación de deseo y placer.
A través de una imprecisa década nos hemos reencontrado. Casual o intencionalmente. Sin ningún tipo de justificativo. Para conversar y compartir. Para reírnos. Para mirarnos. Para no decir nada y aún así estar diciendo todo. Porque a pesar de mis insistencias él no sólo no hizo, sino que no dijo nada. Fueron todas percepciones, conjeturas.
Claro, podrán decir, me lo inventé. Nunca hizo nada porque no le pasaba nada. Pero vos que estás de ese lado sabés que estas cosas se sienten. Se delatan en acciones imperceptibles. Se filtran por las pequeñas hendijas de la seguridad obtenida y el hastío cotidiano.
Hasta que finalmente, no hace mucho, cuando ya me había rendido, llegó la esperada confesión en frases dispersas, en insinuaciones, en el miedo expresado en la evasión. Esa simple garantía de que no había sido sólo mi historia.
Y aún así, jamás pasó nada. Todo sigue densamente flotando en el aire.

¿Quién puede culparlo? ¿Quién puede juzgarlo? ¿Quién dice si la elección correcta fue mantenerse fiel a su mujer, o fiel a lo que tendría ganas de hacer? Sólo el sabe porque eligió ese camino, y si fue el que lo hizo feliz. Un amor a una aventura. O la seguridad a un posible amor. O….
Hoy más madura, más mujer, menos impulsiva y menos descarada puedo ver a la distancia que lo que yo me esforcé tanto por cambiar de él es lo que me hace admirarlo. Y aún queriendo conseguirlo, se que en el momento de alcanzarlo estaría a su vez destruyendo aquello que valoro, que lo hace único. ¿Por qué destruir lo que deseamos, aunque sea de otra y no nuestro?
En mi corazón y mi cuerpo luchan sin descanso los sentimientos y las ideas, de desearlo o resguardarlo, de quererlo o respetarlo, de tenerlo u olvidarlo. A veces gana uno, el que la mayoría denominaría el correcto, e inevitablemente cada vez que lo veo o lo recuerdo, vence el otro, el primitivo, el instintivo, el incontrolable. Es que no siempre los principios se corresponden con lo que no está bajo los dominios de la razón. Y supongo que el habrá luchado este tiempo con otras dicotomías que no ha resuelto y es por eso que aún hoy seguimos aquí, simplemente hablando.
Por eso, sin absolutamente ninguna seguridad ni certeza, creo que todo aquello que no fue me permitió construir la maravillosa imagen de lo que es. El me hace mirar hacia el futuro con la ilusión de que si no fue él, es justamente porque habrá alguien como él.

Preservemos las especies en extinción, porque nos dan la esperanza de que con el tiempo, aunque sea lenta y sigilosamente, por el bien de todas, vuelvan a reproducirse.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Realmente me asusta pensar que todo lo que lei es tan cierto como la vida misma, una busca que el hombre sea fiel, pero es tambien una misma la que lo hace romper esa fidelidad, buscando en otro lo que le falta.

Anónimo dijo...

Impresionante! Felicito al autor/a

Soledad dijo...

Anónimo: gracias! autora... igual al que hay que felicitar es al protagonista...

Tinta Digital dijo...

Empecé a escribir mi comentario cinco veces, pero no termino de redondearlo.
Sólo sé que no es tan fácil. No es tan difícil. Respeto creo que es la palabra que mejor cuaja. No sólo hacia tu pareja, sino hacia ese posible "amor furtivo".

(y sigo sin saber cómo redondear esto...)

Anónimo dijo...

El hombre de mi vida perdió su encanto cuando descubrí que me fue infiel...de un día para el otro todo ese encanto que tenía para mí se esfumó en gran parte porque dejé de sentir que yo era única para él como él lo era para mi. Y tiempo después descubrí a alguien que por serle infiel a su pareja conmigo me hace sentir especial. Qué paradoja!

Anónimo dijo...

Yo opino q lo que tiene que acabar acaba, pero debería acabar con sinceridad y respeto. Sobre eso q dices q las mujeres buscan hombres fieles para despues aburrirse de ellos, bueno, a veces las mujeres abusan de sus poderes para atrapar al primer pelotudo que encuentren, de todas formas: QUE DIABLOS BUSCA UNA MUJER? al parecer la mujer del siglo XXI debe ser como Madonna o Carrie, sexual dominante o inocente indecisa. Ojala hayan otras formas de femeneidad, no se si el hombre promedio hayamos hecho merito para algo mejor. Abrazos.

Agua dijo...

Me he sentido muy identificada con tu escrito...felicidades!