viernes, 24 de julio de 2009

Menos es más

Estar con un pendejo es como una brisa de aire fresco. Es el rayo de sol que se cuela entre las nubes. Es el piloto rojo de una película en blanco y negro. Es la anomalía del sistema. Una linda anomalía.

Tiene muchas cosas a favor, pero hay que saber siempre, y no dudar por un segundo, que es una experiencia pasajera. Que trae satisfacción, sonrisas, diversión, pero nunca una esperanza. No nos puede “pintar el amor”, diría uno en su propio lenguaje.

Las reglas son claras: 1) no enamorarse, 2) pasarla bien, 3) no enamorarse, 4) tener siempre mucho sexo, 5) no enamorarse, 6) saber que empieza una tarde y termina una mañana, 7) no enamorarse, 8) no hay salidas, no hay eventos, no hay sociales. Hay una casa con suerte o una habitación de hotel, 9)¿dije no enamorarse?, 10) no plantearse nunca: si estamos tan bien, por qué no…..? Sencillamente: porque no.
Todo lo que pienses o esperes que te puede llegar a dar por la mágica ilusión del momento, no va a suceder. Pero sí te va a dar todo aquello que no esperes o imagines.

El pendejo tiene el desparpajo de la edad. La inconciencia y la inconsistencia. Los llamados a deshoras porque son sus horas. La desfachatez. La improvisación. La espontaneidad. No tiene prejuicios. No vende ilusiones. Es simple y claro. Es lo que es.

No tiene miedo porque no piensa en el futuro. No tiene quilombos porque no tiene pasado. Espera de vos lo mismo que vos de él: un buen momento y buen sexo. No pide más, y no da menos.

Es un tibio refugio de tranquilidad o un mar revuelto de sensaciones. Es la posibilidad de volver un rato el tiempo atrás.
It`s a glimpse to the past with the eyes of the future.

lunes, 20 de julio de 2009

Belleza americana

Todo el que vio Lost alguna vez pensó que en la vida real, lejos de los personajes, Kate se hubiese quedado siempre con Jack o con Sawyer. Sin embargo, la morocha de rulos, labios carnosos, nariz respingada, ojos miel y un cuerpo casi esculpido, se quedó con Charlie. Sí, el rubiecito petiso ex hobbit.

Hay un creencia (por lo menos en nuestra sociedad, que no veo en las otras) de que hay distintos estratos a los que pertenecemos según un código de belleza que seguramente se ajusta a un tiempo y a un lugar, país, o cultura determinadas. Si uno pertenece al segmento A, no puede aspirar a estar con alguien del segmento B o C, o cualquier otro. Si esto sucede, se convierte en una anomalía. Y dentro de la pareja despareja, uno queda como un ganador admirable, o como alguien incomprensible.

La diosa camina con aires de grandeza, con el pelo al viento, la mirada alta, los pasos largos sin mirar a su alrededor porque es a ella a quien miran. Hasta que se encuentra con alguien que tiene la mirada a la misma altura. Un hombre perfecto, hermoso, que sabe que también es observado, y sólo elige a quien mirar.

Uno sabe cuando alguien está fuera de su alcance, si tiene un poco de sentido común y de autocrítica. Por algo Brad Pitt estuvo con Jennifer Aniston y Angelina Jolie, o Demi Moore estuvo con Bruce Willys y con Ashton Kutcher, y viceversa.

En esta cuestión de reciprocidades no cuentan la inteligencia, la simpatía, la ingeniosidad, la ocurrencia. Aquí sólo cuentan las escalas de belleza. Y así en un boliche, en el gimnasio, en el trabajo, en un bar, en una fiesta, cuando a una le gusta alguien absolutamente espléndido, lo primero que piensa es: “ese no me va a dar bola”.
Y también pasa al revés. Sin querer ser despectivos ni menospreciar a nadie, a veces se nos acerca alguien que se anima a romper las estructuras, que desafìa los lìmites establecidos, que intenta pasar a otra escala aunque no le corresponda, pero que realmente, no tiene la cintita del mismo color que le permite el ingreso a donde estamos. Que puede hacer todos los vanos esfuerzos, pero simplemente, como dirían los ingleses: “it`s out of your league”.

Luego, con el tiempo y el conocimiento mutuo, pueden entrar en juego las otras cualidades que pueden hacer que uno llegue a estar con alguien que jamás lo hubiese imaginado. Porque tiene onda, porque tienen gustos similares, porque se sienten cómodos, porque saben apreciar lo que está más allá de los ojos. Pero aún así, para quienes no los conocen, para quienes no ven que los une, cuando los miran por la calle piensan: “que hace este tipo con esa mujer”, o “es demasiado lindo para ella”, o comentarios similares.

El prejuicio está instaurado.

Y cuando uno lo aceptó, y está acostumbrada, y más o menos puede ubicarse en el estrato que le corresponde (a veces a desgano, por supuesto queriendo estar en otro), asumiendo sus virtudes y defectos, aparece el gordito boludo con una diosa descomunal, o la minita fea, mal vestida con el pibe que todos quisiéramos tener, y se nos van todas las teorías y las reglas a la mierda.

lunes, 13 de julio de 2009

Síntomas de que te estás poniendo vieja

  1. En los negocios te dicen “señora” (aún cuando no tenés alianza)
  2. Al lado de tu cama tenés microfibras de seda para el contorno de ojos, ácido glicólico para “atenuar” arrugas y nutrir el rostro, crema hidratante para la mañana, la bolsa de gel frio para los párpados, la crema “antiage” (antiage es una palabra determinante, marca el fin de un ciclo y el comienzo del declive) para el cuerpo, la Vichy para la celulitis…
  3. Te mirás al espejo y sentís que ya nada está en su lugar, todo está un poquito más abajo….
  4. Los hombres que te miran por la calle rondan los 50
  5. Preferís quedarte el fin de semana en casa con jogging y pantuflas y un pote de Haggen Dazz mirando un DVD, que ponerte un vestidito micro y salir a bailar
  6. Los adolescentes te parecen incomprensibles: la ropa, los modismos, los fotologs, los peinados, las costumbres
  7. Hablás de programas de televisión que tus compañeros de trabajo no vieron nunca
  8. Las 3 de la mañana te parece un horario más que razonable para irte a dormir
  9. La moda te incomoda, y cambiaste la mini y los tacos, por un jean con zapatillas, tapado y bufanda para no cagarte de frio
  10. Los hombres que te presentan están pelados, o gordos, canosos, arrugados, o sea, bastante venidos a menos … y por supuesto divorciados o separados
  11. Disimuladamente en las conversaciones preguntás: ¿conocés algún cirujano de párpados? ¿ y el botox qué onda? ¿la lipo duele?
  12. Ya no te teñís el pelo simplemente para cambiar de color
  13. Todos tus amigos, y los amigos de tus hermanos que son más chicos que vos, ya tienen dos o tres hijos.
  14. Para festejar tu cumpleaños hacés un té con sándwiches y tortas
  15. Comenzás a hacer comentarios del estilo: cuando yo era chica se usaba… no entiendo a los jóvenes.. esta sociedad está perdida…
  16. Cambiás Pinamar por Mar Azul o Cariló (porque tenés más plata … y porque es más tranquilo)
  17. Cuando faltás al trabajo mirás Almorzando con Mirtha
  18. Cambiás el plateado por el dorado
  19. Cuando cogés por más de una hora al otro día te duele todo el cuerpo
  20. Te empiezan a gustar los pendejos.

viernes, 3 de julio de 2009

5 formas de dejar a alguien

Trilladas, gastadas, originales, sutiles, brutales, despiadadas, insensibles, cautelosas. Hay de todo tipo. Cada vez que uno habla con sus amigos surgen nuevas historias, que nos hacen reír, enojarnos, sorprendernos, asombrarnos, desilusionarnos, y hasta preocuparnos. Aquí van sólo 5 que escuché o viví:

1) “No sos vos, soy yo”: sí, es la frase más desgastada de todas. ¿Lo es? Yo creo más que es un mito instaurado, una leyenda que se propaga y en realidad suena más en los títulos de películas, o en representaciones y charlas sobre como dejar a alguien, o como nos han dejado, que en la realidad. Pero la otra realidad, es que a mi me la han dicho. Seguido de: vos sos una reina. ¡No traten de suavizarlo con un elogio tan poco creible! Y sí, además claramente, no es uno, es el otro: el otro el que quiere dejarte, el que ya no quiere estar, el que no tiene interés, el que en realidad está suprimiendo palabras de la frase para decir: nos sos vos la que no me quiere, soy yo el que no te quiere a vos.

2) Post it: los papelitos que se pegan. Amarillitos, o de colores. Grandes o chicos. Alcanzan para dejar una frase pegada en la heladera, en la mesita de luz, en la puerta. Según el tamaño pueden servir para una explicación, o una excusa seguramente, que nos permita entender algo: “linda, no te lo podía decir, pero la verdad es que ya no puedo seguir con esto, te pido que no te enojes, creo que es lo mejor para los dos, y me costaba mucho enfrentar la situación…(sigue atrás, cuando despegás el fatídico papelíto)… asi que te deseo lo mejor, un beso”. Hay otros más chicos que alcanzan para: “sorry pero no sabía como decírtelo, y encontré el papelito en mi camino de salida. Chau. No me esperes”. Y hay todavía más pequeños para escribir lo justo y necesario: “se terminó. No me llames”.

3) Bomba de humo: así de simple. Sin más. Un día dejó de llamar. Y nadie se preocupó. Otro día tampoco llamó. Alguna explicación habrá. Otro día pasó. Y ya no hubo ni teléfono, ni msn, ni sms, ni mms, ni timbre, ni mail, ni carta el el buzón. Nada. Algunos prefieren hacerlo así, sin tener que enfrentarse, como si no hubiese nada que decir. Dejar con la intención de que el otro se de cuenta sólo, lo entienda, lo acepte, y se acostumbre. Y por supuesto, sin atender tampoco para que uno no tenga derecho ni a pedir nada, ni a preguntar nada, ni a putear nada. Se van así. Sin palabras. Sí… ya se: sin palabras.

4) Batería de mentiras: cualquiera de todas estas frases: “me gustás mucho pero no se lo que quiero”(pero claramente no es a vos), “nos conocimos en un mal momento” (aunque el momento justo no hubiera llegado nunca), “le tengo miedo al compromiso”(llamarte y verte todo el tiempo es un compromiso no un placer, y no me interesás lo suficiente para ser con la única que esté), “ahora estoy enfocado en el trabajo” (y en el happy hour donde voy a conocer más mujeres), “hay muchas cosas que todavía me quedan por hacer antes en la vida que después no voy a poder hacer” (analizar el mercado a ver si alguna me gusta más que vos), “ no tenemos los mismos principios”(tengo que recurrir a algo que uno pueda defender a muerte y no cambiar en la vida para que no me puedas decir: pero mi amor, lo cambio por vos), “te merecés algo mejor” (DE ESO ESTAMOS SEGUROS SI NOS DICEN ESTO), “ no puedo darte lo que vos querés” (no quiero darte más de lo que te estoy dando), “estamos yendo muy rápido”(yo estaba para salir una vez por semana cuando quería tener sexo nada más). Todas son sinónimo de: no me interesás para nada. Como dice la película: he´s just NOT that into you. Let it go.

5) Hago que me dejen: las mujeres somos más decididas que los hombres. Y la dignidad y el orgullo suelen hacernos sobreponer al dolor. Preferimos llorar a solas, que ser tratadas con indiferencia. O no ser tratadas. Antes de llegar a cualquiera de las primeras 4 situaciones, preferimos ser las que tomamos la decisión forzada que en realidad el otro ya tomó pero no se anima a comunicarnos. Así que él juega más al futbol con los amigos, tiene más trabajo, mira más tele, no nos acompaña a ningún evento, se duerme más temprano, no tiene nada de qué conversar y además genera una pelea por cualquier cosa. Es el momento mujeres, de sentarse y lo querramos o no, decir la frase la pidaria: “tenemos que hablar”.