domingo, 9 de diciembre de 2007

El secreto

Todas tenemos un secreto que hacemos lo posible por dejar escapar. Sí, no me equivoqué. No tenemos ninguna intención de guardarlo, lo que no encontramos, es la manera de liberarlo.

Es algo que nos pasa o nos pasó, que combina la mezcla entre prohibido e incorrecto. Un secreto a media voz. Parado justo en el borde de lo descortés. Se enfrenta sin temor al común de la gente, pero su composición compleja lo obliga a mantenerse desconocido para algunos. Es justamente esta valiente cobardía, o cobarde valentía, la que lo debate entre contarse, o silenciarse. Y ahí está él, burlándose entre las tinieblas del desconocimiento de aquellos a los que no podemos, pero justamente queremos relatárselo.

¿Nunca les pasó enamorarse del hermano de su mejor amiga, y querer decírselo justamente a ella, que es la menos indicada? ¿O saliste con un amigo de tu ex, con el que ahora sos amiga, y hacés lo imposible por deslizar frases que al menos lo hagan sospechar pero que te eviten la confrontación directa? ¿O salís con un cliente, que te acepta todos los presupuestos, y le hacés comentarios indirectos a tu jefe para de algún modo explicarle tu dudosa victoria? ¿O empezaste a salir con alguien con el que mil veces dijiste que no iba a pasar nada, que no era tu tipo y era insoportable, y tenés la necesidad irrefrenable de gritarlo, o más bien susurrarlo al mundo?


Claro que ante la pregunta directa sobre cualquiera de estos asuntos decimos que no, que no pasa nada… con una semisonrisa jactanciosa en los labios. Siempre dejamos la duda. Porque en realidad queremos desesperadamente que sepan… pero no.

Genera cierta adrenalina saber algo que el otro debería saber, que está en tus manos, que le restregás cuidadosamente en las narices, pero no termina de develarse. Te da cierto poder esta rara ironía.

Entonces deslizamos ciertas frases que revelan situaciones comunes, pero desencajan en el contexto. Sobresalen por la simpleza. Por ejemplo: “estuve leyendo el blog con Fernando”, cuando Fernando no tenia porque estar con ella ni leyendo justamente el blog porque antes no se soportaban. O: “sí, tu hermano me había contado”, ¿pero cuándo empezaste a tener relación con él? O le relatás a tu ex la cantidad de encuentros que tuviste con su amigo, porque les gusta compartir lo mismo, sólo con la necesidad de que en su interior perciba una realidad que titubea si salir a la luz.

Es la manera de aliviar la culpa, de silenciar un absurdo y casi conocido secreto. Porque de este modo no estamos tratando desesperadamente de ocultarlo. Sólo prolongando su descubrimiento. Le estamos dando tiempo para madurar. Para que el otro pueda aceptarlo antes de que pueda afrontarlo.

Quizás tanto preludio no es necesario para una ópera de barrio. Tanto preámbulo incremente una importancia que de ser directa sería claramente desvalorizada.
Sólo que cuando hay una señal que indica “no apropiado”, “no es la persona indicada para saber”, se necesita un pequeño prólogo que explique la novela.

Como es parte de la naturaleza femenina, y no podemos guardarlo, sólo puedo decirles: presten atención a las frases ajenas. Podemos ser nosotras a quien nos esconden.
Y si tienen algo que decir pueden divertirse con las pistas, pueden ser destructivamente directas, o pueden hacer un blog.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

jajajaja tienes toda la razon

debe ser por la necesidad no-asumida de nosotras por llamar la atencion jajaja

me encanto tu entrada!!

Anónimo dijo...

100% identificada...porque será?
Muy cierto amiga.
Te extraño.

María Soledad Sanjurjo dijo...

s.
una fenómena !!!

entré a tu blog guiada por un comentario en el blog del capitán burton

valió la pena !!!

volveré

abrazo!!!

Ninia

Soledad dijo...

Fer, ;)

Anónimo, no se quien sos. Pero serás alguna amiga!! dame tu nombre!!

NInia, Gracias!! espero vuelvas.