lunes, 26 de marzo de 2007

Donde manda el corazón...

Uno no elige de quien se enamora.
Es una frase hecha absolutamente cierta que intentamos refutar a diario. Porque no podemos permitir que una fuerza desconocida tenga el control de nuestro destino. Persiguiendo una certeza incierta, pretendiendo ser únicos dueños y responsables de nuestros actos, buscamos racionalmente a aquella persona que creemos que por compatibilidad de caracteres, o porque suma mayor cantidad de puntos en nuestro multiple choice, nos hará felices.
Porque seamos sinceras, ¿quién no tiene su planilla excel con un listado interminable de cualidades que los hombres deben cumplir? Esa que revisamos mentalmente tildando casilleros cada vez que conocemos a alguien con alguna posibilidad de convertirse en candidato. Quién se atreva a decir que no, que arroje el primer comentario.
Entonces ahí esta él, desbordando aquello que ni siquiera imaginamos: poca estatura, risa de nene, timidez dominante, tragos de más, ropa formal, quizás hasta un cigarrillo. Y te mira con ojos brillosos. Te dice tres pavadas, te roza. E inesperadamente te tiene. El tiempo pasa, se conocen. No es quien esperabas. Piensan distinto, les gusta otra música, otra comida, otras películas, otros deportes, no tiene el título que esperabas, ni la misma mirada sobre el futuro. Es un inmaduro, fóbico, terco, caprichoso. Y aún así disfrutaron cada segundo en los que compartieron tantas cosas, gestos, risas, besos, caricias, regalos, secretos. Esos detalles que de tan pequeños entran por los poros de manera imperceptible, buscando el camino secreto hacia el alma. Para aferrarse, para adueñarse, para quedarse. ¿Qué hacemos entonces? Renegamos. Intentamos convertirlo en el modelo que creamos. Consideramos nuevas cualidades que no habíamos contemplado para poder aceptarlo. Le ponemos lo que falta, le sacamos lo que sobra. Tratamos de convencernos, o justificarnos. Porque a pesar de todo él ya nos ha ganado. Porque aprendimos a quererlo como realmente es. Y en la incansable búsqueda por encontrar en él a otro, este que aquí estaba se ha marchado.
Entonces para consolarnos, tomamos nuevamente nuestro excel y pensamos: es mejor así, si al final no era nada de esto. Tenía una dos tres… quizás cinco cosas que me importan… seis….
Pero la realidad es que como todos saben, el corazón tiene razones, que la razón no entiende.
Así que, por más que nuestras amigas en un esfuerzo por sacarnos de nuestra prolongada letanía se empeñen en decirnos que es poca cosa para nosotras, que no vale la pena, que hay alguien mejor, que no está a nuestra altura, nuestro pobre corazón, ya casi agotado de manifestarse sin ser escuchado, reclama con un último grito ahogado y desesperado por aquel hombre que supo saltear nuestra razón y nos llegó directamente al alma.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

A mi me tocó uno obsesivo con el cuerpo, EGOISTA, pelado potencial, machista y con los labios finitos. Y reniego pero lo elijo todos los dias, es asi...lo que toca toca!

Anónimo dijo...

Muy interesantes los puntos de vista. Mis felicitaciones a la supongo autora de las notas!.

Anónimo dijo...

Es verdad que uno no elije de quien se enamora, y generalmente lo hace del que menos esperaba que iba hacerlo. Lo triste es cuando uno se da cuenta que lo que suponia que era amor, no lo era y que ya es demasiado tarde para cambiar. Te felicito y te agradezco por esta nota, aunque duela

Chri dijo...

esto es muy inquietante, Yo me considero uno de los pocos hombres ,que seria capas de todo por acontentar a su esposa,y me refiero a actitudes,manias,atenciones todo!,uno que ha rechazado hermosas mujeres por estar convencido que la mujer que me dio 2 hijos se merece todo mi respeto y mi devocion,y yo no tengo un diploma de ningun tipo.

Barbarela dijo...

Concuerdo con esta nota, pero a diferencia de la historia, termine por cortar con lo que es sano. La verdad es que todas esas deficiencias me cegaron e impidieron darme a respetar y quererme a mi misma.
Lo mejor es cuando esa persona que nos llega al alma a pesar de todas sus falencias nos ama y hace lo mejor por hacernos sentir amadas y queridas, ese si es un hombre de verdad, no uno que nos hecha la culpa de todo y el se cree blanca paloma.