viernes, 9 de marzo de 2007

Desencuentros

Es increíble como las cosas cambian: los lugares cambian, los sentimientos cambian, las posiciones, los deseos, los sueños. El problema es cuando cambian a destiempo: cuando dejamos de querernos a la vez, de desearnos a la vez, de sentirnos, de extrañarnos. Es en ese momento cuando uno queda pendiente de sus deseos, esperando que los deseos del otro vuelvan de aquel lugar lejano a donde se fueron.
Y una vez se fueron los mios. Otra vez los suyos. Y si hacemos un balance, nuestra historia está compuesta más por la suma de desencuentros que de encuentros. Lástima que esos breves encuentros son los que hacen que hoy exista esta historia.

Nos conocimos en la primaria. Pero mis primeros recuerdos son casi al final de la secundaria. Cuando ya Federico se había convertido en el chico que todas deseaban. Incluso yo. Reuniones de estudio, salidas grupales. Excusas. Finalmente en el momento en que todos se divertían, con unos y otros, y otros, nosotros decidimos estar juntos. Mi viaje de egresados no fue el descontrol y la euforia, sino el romanticismo, los besos, las caminatas de la mano, las flores de papel. Y así como de pronto empezó, de pronto terminó. Sus cartas fueron demasiado románticas, sus llamados demasiado intensos, su compañía demasiado asfixiante. Y con una estaca de hielo le rompí el corazón. Había tenido el principe con el que todas soñabamos, y aún así lo dejaba ir. Alguien me había dicho que yo en realidad no le interesaba, y el orgullo armó mi coraza, cubrió mi corazón y se resguardó de cualquier posible sufrimiento. El lloró, pidió, deseó. Pero no lo escuché, y como la dama de hielo me fui, a mis lóbregos cuarteles de invierno. Buscó, con razón y deseos de calma, un corazón abierto que le diera abrigo. Y yo fui en busca de un hombre tal vez como el que había dejado. La vida nos fue encontrando en eventos, cumpleaños, en la calle. Cada encuentro era una excusa para que volviera a llamarme, a buscarme, a intentar. Pero al poco tiempo sus intentos pesaban tanto como esas culpas que no compartimos. Y volvíamos a separarnos. La vida nos dio doce años necesarios para crecer, cambiar, ser más nosotros y a la vez más otros. Y finalmente, en un encuentro casual, la charla se hizo demasiado pero agradablemente extensa. Y hubo nuevas charlas, nuevas salidas. Nuevas miradas, roces, sonrisas, complicidades. Pasaron meses. Su compañía se convirtió en necesaria. El era el refugio al que yo acudía en mis pequeñas desesperaciones, y yo era el suyo. EL preguntó: ¿por qué no? Yo dije: ¿por qué sí después de 12 años?. Y como una gran declaración respondió: “porque me gustás, porque te admiro, porque me divierto, porque sos inteligente, porque te quiero. ¿Por qué no?”. Yo dije: “soy tu asignatura pendiente. Se te va a pasar”.
Y como una profesía cumplida, un mes alcanzó para tener y dejar de desear lo que había buscado por tanto tiempo. Y nació en él el miedo, la asfixia, el temido compromiso. Invitablemente nos separamos. Por otros seis meses. Y un día llamó. De a poco volvimos a ser amigos. Y todo inevitablemente nos llevó a necesitarnos nuevamente, a estar, a compartir, a desearnos. Y para mi se convirtió en el hombre que nunca había visto. Con quien me divertía. A quien me gustaba malcriar y que me malcriara. A quien conocía, y dejaba que me conociera. Porque con él no competía, ni lo evaluaba, ni comparaba. Porque nos aceptabamos. Porque nos reíamos. Porque no había nada que demostrar. Ni nada que decir. Porque podía ser yo. Porque era él. Porque me sentía libre y podía ser más mujer, y más sensible, y más indefensa. Y dejarlo a cargo.
Y aún así, otra vez se fue. Otra vez. Dejando bronca y dolor. Porque habíamos perdido lo bueno y lo malo. Hasta el sueño de lo posible. Ya no eramos nada.
A los siete meses Federico volvió a llamar, diciendo que era un buen comienzo. Cual comedia romántica llegó a mi casa a la una de la mañana para dormir juntos abrazados toda la noche. Esta vez ambos sabíamos qué debíamos hacer: yo no presionar, el no desaparecer. Y aunque dicen que la tercera es la vencida, tampoco lo fue.
Simplemente, desapareció. Hubo silencio. Preguntas sin respuesta. Excusas. Hasta que me acostumbré a extrañarlo. A sentir a diario los espacios vacíos como parte de mi rutina.

Ha pasado un año y sí, nos hemos vuelto a hablar. El mundo espera nuestro final feliz, porque es como terminan las grandes historias de amor, en las que siempre se unen al final de los desencuentros. Reconozco que en algun momento creí que el volvería como Harry, en esta película paralela, con una gran declaración. Y que tal como él, no volviera a irse.
La realidad es que esta gran historia de amor, como las verdaderamente grandes, dejó mucho llanto, desilusiones, y lindos recuerdos que contar. Y la íntima idea de que el destino jugó con nosotros, dejándonos perdidos, finalmente, a cada uno en un camino distinto.

Y sí, también dejó algunas enseñanzas:
- si alguien quiere estar realmente con alguien: está. No hay medias tintas, no hay sustos, no hay miedo al compromiso, ni llamados pero falta de tiempo para verse.
- La soledad puede ser un sentimiento muy potente para acercarnos a la persona que es casi lo que queremos.
- Todo vuelve en la vida… no lastimes a alguien, porque un día ese alguien puede lastimarte.

Si están en estas idas y vueltas, en esa indefinición, en esta incertidumbre. Si alguien les dice que tiene miedo, y viene y se va. Y está, pero a medias. Entonces… no está. Con dolor, conviértanlo en una linda historia que recordar, antes que sea demasiado dolorosa hasta para querer recodarla. Salven lo que quede y salgan a la vida a buscar una historia de amor igual de grande... pero con final feliz.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Nos conocemos tanto como para que esta historia me sea familiar. Por eso también me atrevo a dejarte unas palabras (no es un consejo, esos los dan las personas sabias): algún día, dejá que tus sentimientos derritan a esa dama de hielo. Siempre pensé que no eras fría, sino demasiado miedosa para dejarte ser feliz.
Sabés lo mucho que te quiero y por eso me permito criticarte. Beso.

Anónimo dijo...

Gracias por tu comentario... se ve que sí nos conocemos...y me gustaría saber quien sos...

Anónimo dijo...

es verdad esta historia?? parece de novela....hace mucho te paso?

Soledad dijo...

Sí.. es verdad toda esta historia...pero no tiene final de novela, no?
Digamos que terminó hace un año...

Anónimo dijo...

GRAN HISTORIA, YA HE COMENTADO OTRAS TUYAS. ME GUSTO LO QUE DIJISTE AL FINAL. BESOS.

Anónimo dijo...

Cabe la posibilidad que el primer comentario sea del chico de la historia?
Siempre las leeo y me encantan...
Saludos
Pierina

Anónimo dijo...

me encanta tu blog!
lo encontre buscando en google algunas notas sobre hombres histericos(la tuya me encanto!) pero me senti tan identificada con como pensas q me lei todo lo q escribiste..

y esta historia en particular me re llego, me paso lo mismo, exactamente, cn un chico q conisederaba uno d mis mejores amigos y en bariloche!,no tuvo buen final tampoco, pero en mi caso se dio al reves y el fue quien decidio q no pasara nada mas.Lo q me dolio mucho,y aun no entiendo como paso todo, como cambio su pensamiento tan rapido. Tomamos distancia inmediata, creo q mas q nada esa fue mi decicion xq sy orgullosa y me dolio su rechazo,pensando q hacia un tiempo me decia t amo y lo importante q era para el Y q dejamos nuestra amistad para q el dsp se arrepienta..

Pero quedo un final inconcluso, hace poco retome el dialogo, xq ni nos hablabamos, pero somo cmo amigos cn un poco mas d distancia,, quien sabe si algun dia pase algo,,, se q le va a quedar d por vida el cargo d haber roto algo sin si quiera q empieze, y cuando nos cruzamos en fiestas o alguna salida cn unas copas d mas siempre termina preguntandole a alguna amiga si yo le volveria a dar bola y diciendo q yo soy el amor d su vida y algun dia se va a casar conmigo... no se , yo no quiero dar el brazo a torcer d nuevo, xq no tengo ganas d q se repita la historia y el se arrepienta...Y bue cuando al fin se cierre la historia t cuento jaja

gracias x compartir tus pensamientos y reflexiones q comparto 100%. son geniales!

y eso del karma,, q todo vuelve siempre me lo repite mi hermana,es la forma d la vida d hacer un poco d justicia jaja

un saludo grande!
beso