lunes, 30 de julio de 2007

Aquel viejo romance

Aca estoy, mirando la luna llena reflejarse en el río desde mi balcón y escuchando boleros. Suena cursí, ¿no? Sí, pero en este último tiempo me di cuenta que es necesario volver a proclamar aquel viejo romanticismo en desuso. Hoy en día se valora lo rápido y frugal, lo práctico, lo frío, lo que no nos ridiculiza, lo que no nos expone, lo que es despersonalizado. El amor no es más que otro ícono del msn. Un par de frases seguras en un mensaje de texto. Y vamos así convirtiendo este mundo en un grupo de gente solitaria escondida tras un monitor, sin sentimientos complejos, sin ataduras, sin contacto.

Yo era una romántica empedernida. Sensible, expresiva, llorona, demostrativa. Escribía poemas, cartas, cuentos, canciones. Me entregaba a sentir. Una enamorada del amor dirían. Y con los golpes, con las desilusiones, con el miedo, me fui mostrando como una persona que en realidad no soy: superada, despreocupada, práctica, fría, pasajera, descomprometida. Hasta un poco insensible y descreída.

La verdad es que extraño ser la ridícula romántica que en realidad soy.

Esta es mi pequeña propuesta para de a poco revalorizar el mal llamado romance.
Recuperemos la costumbre de escribir cartas en papel, de puño y letra. Así, de un primer impulso, sin borrar, pensar y rescribir lo que mejor queda o lo que más conviene. Guardémoslas en cajas donde puedan añejarse y ponerse amarillas, para releerlas en muchos años con lágrimas en los ojos o una sonrisa en los labios.
Leamos más poemas. Aprendamos alguno de memoria, que nos abra siempre las puertas del alma.
Regalemos bombones, flores, osos de peluche. Cosas chiquitas y personales sin verdadero valor más que el emocional, que demuestran que en realidad estamos pensando en lo que le gusta al otro. Que lo conocemos, que prestamos atención.
Usemos las palabra “bello”, “preciosa”, “hermoso”. Las cosas no son simple y llanamente lindas. Hay matices, hay más, hay menos.
Dejemos que nos abran la puerta del auto, de locales. Dejemos que nos den la mano al cruzar la calle.
Miremos puestas de sol, amaneceres, lunas llenas. Regalemos momentos.
Hagamos grandes declaraciones de amor. Como en las comedias románticas. Grandes actos. Grandes gestos.
Besemos, abracemos, acariciemos sin contenernos. Sin reprimirnos.
Digamos te quiero y te amo sin esperar, sin calcular, sin medir.
Hagamos locuras. Corramos riesgos. Seamos espontáneos. Soñemos. Creamos.

De a poquito, cada uno, con cada pequeño acto, reivindiquemos al amor.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

S. no estás sola en tu cruzada para el "revival del romanticismo"! No sólo estoy escuchando boleros si no que encontré a alguien que quiere bailarlos conmigo.

Anónimo dijo...

S, después de leerte escribi de puño y letra. Costó, pero me encantó. Es como decis, dejas salir lo que te pasa. Sin censuras. Gracias!! Y yo también me sumo a tu cruzada. Besos

Anónimo dijo...

Jamas vas a dejar de ser una romantica.
Podes disfrasarte de lo que quieras.
Hasta podes desir que tu instinto maternal murio antes de nacer, pero en el fondo sos una Susanita cruzada con Mafalda.
De todas maneras parece que tu disfraz no es muy bueno que digamos.
Te ayudo con tu magnifica carrera laboral, pero evidente mente cuando llegas del trabajo te lo sacas te pones los suequitos rojos, agarras la notebook y mostras tus sentimientos en un blog.
sos mas linda sin disfraz